quinta-feira, fevereiro 10, 2005

El Silencio

Miró, miró por último y quiso hablar.
Unas borrosas letras sobre sus labios aparecieron.
Amor. Sí, amé.He amado. Amé, amé mucho.
Alzó su mano débil, su mano sagaz, y un pájaro
voló súbito en la alcoba. Amé mucho, el aliento aún decía.
Por la ventana negra de la noche las luces daban su claridad
sobre una boca, que no bebía ya de un sentido agotado.
Abrió los ojos. Llevó su mano al pecho y dijo:
Oídme.
Nadie oyó nada. Una sonrisa oscura veladamenete puso su
dulce máscara,
sobre el rostro, borrándolo.
Un soplo sonó. Oídme. Todos, todos pusieran su delicado oído.
Oídme. Y se oyó puro, cristalino, el silencio.


Vicente Aleixandre