quinta-feira, junho 24, 2004

Biblioteca

Cuántos libros. Hileras de libros, galerías de libros, perspectivas de livros en este vasto cementerio del pensamiento, donde ya todo es igual, y que el pensamiento muera no importa. Porque también mueren los libros, aunque nadie parezca apercibirse del dolor (quizá abunda por aquí literatura francesa, con sus modas que solo contienem muerte) exhalado por tantos volúmenes corrompiéndose lentamente en sus nichos. Era esto,lo que sus autores esperaban?
Ahí está la inmortalidad para después, en la qual se han resuelto las horas amargas que fueran vida, y la soledad de entonces es idéntica a la de ahora: nada y nadie. Mas un libro debe ser cosa viva, y su lectura revelación maravillada tras de la cual quien leyó ya no és el mismo, o lo és más de como antes lo era. De no ser así el libro, para poco sirve su conocimiento, pues el saber ocupa lugar, tanto que puede desplazar a la inteligencia, como esta biblioteca al campo que aquí había.
Que la lectura no sea contigo, como sí lo és con tantos frequentadores de libros, leer para morir. Sacude de tus manos ese polvo bárbaramente intelectual, y deja esta biblioteca, donde acaso tu pensamiento podrá momificado alojarse un día.
Aún estás a tiempo y l tarde es buena para marchar al río, por aguas nadan cuerpos juveniles más instructivos que muchos libros, incluido entre ellos algun libro tuyo posible. Ah, redimir sobre la tierra, suficiente y completo como un árbol, las horas excesivas de lectura.


Luis Cernuda in Ocnos